Canadá introduce una nueva normativa sobre combustibles
Le contamos qué puede esperar de ella.
Dentro de tres semanas, Canadá adoptará una nueva normativa sobre el uso de "combustibles limpios". Esto forma parte de un gran programa gubernamental para pasar a una economía con bajas emisiones de carbono. Las consecuencias más evidentes de las novedades son otro aumento del precio de la gasolina. Su uso será aún más caro.
Los canadienses están indignados con la normativa y ya la califican de "nuevo impuesto sobre el carbono". Esta vez se les unen los primeros ministros de las provincias atlánticas y de Saskatchewan. Piden al Gobierno federal que las retrase o las anule. El primer ministro de Saskatchewan, Scott Moe, por ejemplo, cree que las regiones del país se verán afectadas por ellos de forma desigual. No todos los canadienses tienen los medios y la capacidad para renunciar a la gasolina y al transporte convencional, y todas las provincias tienen infraestructuras diferentes. No en todas partes se podrá utilizar un coche eléctrico. Y en la mayoría de las ciudades no hay sitio para cargar el vehículo.
Las normas entrarán en vigor el 1 de julio y tienen por objeto reducir la "intensidad de carbono" de los combustibles para vehículos disponibles en el mercado canadiense. La intensidad de carbono muestra cuántas emisiones producirá un vehículo para producir una determinada cantidad de energía. Las nuevas normas no sólo se refieren al consumo de combustible, sino a todo su ciclo de vida, desde la producción hasta el transporte.
Las normas van dirigidas a los productores de combustible. Tendrán que reducir la intensidad de carbono de sus productos como puedan: añadiendo etanol o biocarburantes al combustible, reduciendo las emisiones de las refinerías, etc. Tendrán un año para hacerlo. Las industrias que produzcan menos emisiones de las fijadas por el Gobierno recibirán distintos incentivos.
El único problema de esta utopía es el aumento del precio de los carburantes para automóviles que sufrirán los canadienses de a pie. Aún no está claro cuál será. Environment Canada predice que en 2030 el litro de combustible pasará de costar 0,06 CAD a 0,13 CAD. Además, un impuesto sobre el carbono aumentará los precios: encarecerá el litro de combustible 0,37 CAD.
El mismo ministerio ha calculado que, de aquí a 2030, los impuestos sobre los carburantes perjudicarán al PIB en 9.000 millones de dólares, pero las emisiones de carbono se reducirán en 27 millones de toneladas.
Las personas con rentas bajas serán las más afectadas por las innovaciones, ya que gastan gran parte de sus ingresos en combustible. Además, los daños serán desiguales según las provincias. Allí donde las infraestructuras sean mejores, las distancias más cortas y los diversos bienes más asequibles, el efecto de las restricciones será casi imperceptible. Por ejemplo, a una familia de Columbia Británica sólo le costaría 384 CAD al año con las nuevas normas. Familias similares de Alberta y Saskatchewan perderían 1117 y 1157 CAD.
Por supuesto, muchos canadienses no están contentos con esto. Sin embargo, los autores de las innovaciones creen que el calentamiento global le costará más a Canadá. Debido al cambio climático, el país ya se ha visto afectado por un número récord de incendios forestales.