¡Detengamos la violencia en Canadá!
Los supervivientes cristianos de los internados piden el fin del vandalismo que asola el país
En las últimas semanas han estallado una y otra vez disturbios locales en diversos lugares de Canadá: los descontentos incendiaron iglesias, derribaron estatuas de reinas británicas y organizaron marchas de protesta. Testigos presenciales consiguieron grabar a dos mujeres lanzando pintura naranja contra la parroquia católica de San Judas, cerca de la calle Renfrew y la 15ª avenida de Vancouver. Y ésta es sólo una de las formas de vandalismo pronunciado que está ganando terreno, ya que sólo en la Columbia Británica se han quemado recientemente dos iglesias anglicanas y cuatro católicas.
Los cristianos y algunos indígenas de Canadá que en su día consiguieron sobrevivir en los internados católicos critican ahora la quema y desfiguración de iglesias. Advierten que la violencia divide aún más a los indígenas y al resto de la sociedad canadiense, así como al gobierno, la policía y las instituciones religiosas del país.
Condena de los disturbios
Cheryl Delores Gunargi O'Sullivan, una de las supervivientes de un internado católico, condena el comportamiento rebelde de los canadienses, calificándolo de destructivo: "Estas acciones nos causan más traumas y no son solidarias. No nos ayudarán a reconstruir nuestra relación con la religión, con el gobierno o incluso con la policía. Todo esto tiene que parar para que podamos centrarnos en los niños que aún no hemos encontrado".
El vandalismo y los incendios sospechosos comenzaron en el país inmediatamente después del descubrimiento de tumbas con restos de niños en Columbia Británica y Saskatchewan. Es bien sabido que estos espantosos descubrimientos están directamente relacionados con el sistema de internados católicos de Canadá, que educaba a los niños indígenas en el siglo pasado.
La mejor manera de expresar la solidaridad es dejar de odiar
Jenn Allan, hija y sobrina de supervivientes de los internados, observó que algunos de los supervivientes de aquellos años oscuros siguieron siendo católicos. Sin embargo, con la quema de sus iglesias, lugares de culto, recibieron un nuevo trauma mental.
Según Allaan, "la quema y destrucción de iglesias trae más conflictos, depresión y ansiedad a los que ya están sumidos en el dolor y la pena. Los supervivientes de los internados canadienses se sienten conmocionados al ver las iglesias quemadas y desfiguradas. Estos acontecimientos les recuerdan la violencia y las amenazas del pasado. Los sentimientos de estas personas están gravemente traumatizados. Todo esto sólo conduce a una mayor división entre los pueblos indígenas de Canadá y el resto de la sociedad canadiense.
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