Los canadienses están profesionalmente quemados y enfadados. La semana laboral de 4 días lo arreglará fácilmente
"Todos merecemos 52 días libres pagados más al año, y ha llegado el momento de reclamar nuestro tiempo libre", asegura el empresario social canadiense Stuart Hickox.
Hace exactamente un siglo, nos pronosticaron a todos que en 2023 sólo trabajaríamos 2 días a la semana. En aquella época, la innovación técnica más de moda era la electricidad y la luz artificial. Se predijo que esta innovación técnica permitiría realizar el trabajo normal en mucho menos tiempo.
En 1923, Henry Ford fue pionero en el uso de una cinta transportadora industrial para fabricar automóviles en línea, lo que le permitió reducir en un día la semana laboral de 6 días de sus empleados sin reducir sus salarios. En los cien años transcurridos desde entonces, no ha habido ningún cambio en este sentido, a pesar de todos los avances tecnológicos.
Más o menos el mismo salto tecnológico se produjo en los años noventa. La productividad despegó literalmente con la llegada de Internet a nuestras vidas. ¿Se acuerda? Tareas como enviar mensajes a los clientes, que antes llevaban días, ahora se hacían en segundos.
Entonces, ¿qué ha pasado con todo ese tiempo ahorrado? Si ahora podemos hacer en dos o tres días la misma cantidad de trabajo que a un obrero le llevaba toda una semana laboral en los años 80, ¿por qué seguimos trabajando cinco días a la semana? En pocas palabras, todo es cuestión de codicia.
El crecimiento económico consume insaciablemente todos los recursos más importantes, incluida tu vida. En lugar de devolver a la gente su tiempo personal, el aumento de la productividad se ha convertido en mayores beneficios para un pequeño estrato de la sociedad. Se trabaja más por el mismo sueldo para que los ricos sean aún más ricos. Esto tiene que cambiar urgentemente.
Una semana laboral de 4 días sin recortes salariales sería el primer paso visible hacia el restablecimiento del equilibrio entre la vida laboral y familiar. También daría a la gente tiempo para detenerse y prestar atención a los problemas sociales y medioambientales más importantes a los que se enfrenta actualmente la sociedad moderna.
Se necesita tiempo y un renovado sentido de comunidad para resolver estos problemas. La mejor manera de implicar a millones de personas en el proceso de reconstrucción de la sociedad es liberar el potencial social dándoles a todos el bien más valioso de todos: el tiempo.
Tenemos cosas mucho más importantes que hacer que pasarnos la vida haciendo aún más ricos a un pequeño grupo de ricos.