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Estas luchas son conocidas por todos los canadienses

Estas luchas son conocidas por todos los canadienses

Hipopótamos domésticos y cartones de leche: el código cultural de los canadienses.

A menudo se piensa en los canadienses como la versión septentrional de los estadounidenses que visitan Tim Horton's en vez de McDonald's y echan sirope de arce por encima de todo. Otros los asocian con el hockey y el esquí. En realidad, son una nación aparte con una cultura bastante vibrante y sus propias patatas fritas. En este artículo hemos recopilado una lista de extravagantes problemas canadienses. Si te resultan familiares, enhorabuena, ya eres canadiense.

1. El daño emocional que causó el anuncio del hipopótamo casero

En las décadas de 1990 y 2000 se emitió en la televisión canadiense un inusual anuncio de servicio público. Mostraba hipopótamos del tamaño de un ratón que supuestamente vivían en hogares canadienses. Enhorabuena a los animadores y editores: los animales africanos en miniatura siguen pareciendo reales. Y entre bastidores se oye una voz típica de los programas de animales.

Se suponía que este anuncio debía desarrollar en los canadienses una actitud crítica ante lo que ven en la pantalla. Así lo informaba una voz femenina al final del anuncio. Pero muchos niños se saltaron con éxito esta parte y luego pasaron mucho tiempo creyendo en hipopótamos diminutos y buscándolos en casa. Es posible que ya hayas oído la historia de los hipopótamos caseros norteamericanos, que ahora es popular en las redes sociales. Es exactamente el mismo anuncio.

2. Sonidos desagradables del taladro

En Canadá prueban sistemáticamente los sistemas de alerta de emergencia dos veces al año. En pocas palabras, las sirenas suenan para dar la alarma. El sonido casi provoca un infarto a los canadienses, es tan aterrador e inesperado. Evidentemente, la trompeta de Jericó suena parecido. Además, la gente se pone nerviosa: el sonido de la sirena no presagia nada bueno. Cuando la mayoría de los habitantes de la ciudad han tenido tiempo de coger su bolsa de alarma, experimentar un shock total e imaginar una guerra o un incendio, las sirenas se apagan. Una voz alegre desde los altavoces anuncia que se trataba de un simulacro, y los canadienses, ya canosos, maldicen a su Ministerio de Seguridad.

3. Cortar correctamente un cartón de leche es un arte

A los habitantes de Asia no les sorprendería ver leche envasada, pero en Occidente este tipo de envase es poco frecuente. Pero en Canadá hay mucha. Los canadienses siempre se confunden con el tamaño del corte del cartón. Si el agujero es demasiado pequeño, se crea un "efecto vaca": hay que ordeñar la leche de la bolsa. Si el agujero es demasiado grande, la leche se apresura a salir de su lugar de reposo y se inunda por todas partes. Los verdaderos canadienses han sacado leche de una bolsa al menos una vez en su vida.

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