¿Se han convertido los inmigrantes en visitantes frecuentes de los bancos de alimentos?
Los trabajadores de Quebec no pueden permitirse comer.
Annie Bouchard, Directora General del Banco de Alimentos de QuebecCentre communautaire Pro-santé, afirma que entre quienes les piden ayuda hay muchos más recién llegados que antes. En junio de 2022, solo el 3% de sus clientes eran inmigrantes. Esa cifra ha alcanzado ahora el 38%.
Según Bouchard, la región ha sufrido varias crisis importantes en los últimos tres años. Empezó con la pandemia y luego se agravó con la escasez de viviendas y las inundaciones de primavera. Todo ello se combinó para hacer subir los precios en un momento en que han empezado a llegar más inmigrantes a la provincia.
Bouchard comenta que la gente viene a trabajar y a ganar dinero, por lo que no tiene grandes ahorros:
"Cuando llegan a un nuevo país, llegan sin muchos ahorros. Diría que es raro que la gente tenga más de 2.000 dólares canadienses en su cuenta".
Al mismo tiempo, estas personas se encuentran en una posición muy vulnerable en caso de despido. Se da prioridad al alquiler, los muebles y las necesidades básicas de los miembros de la familia, especialmente los niños. Queda muy poco dinero para comida, y ahí es donde entran en juego los bancos de alimentos. Y éstos, a su vez, existen gracias a las donaciones.
No sólo en Quebec
El informe anual de HungerCount, basado en encuestas enviadas a organizaciones de seguridad alimentaria, reveló que sólo en marzo de 2023, casi dos millones de personas en todo Canadá recurrieron a los bancos de alimentos, alrededor del 5% de la población.
Esto supone un 32% más que en el mismo mes de 2022 y más de un 78% más que en marzo de 2019. Cabe destacar que entre los usuarios de los bancos de alimentos en Canadá hay más trabajadores que nunca. Lo que significa que el problema no es el desempleo: a pesar de tener unos ingresos estables, muchos canadienses siguen sin tener suficiente dinero para comprar alimentos.
¿Por qué?
Los expertos consideran que la razón es el bajo salario mínimo combinado con el disparado coste de la vida. El Gobierno canadiense se esfuerza por calmar la economía, y en parte lo consigue. Los salarios por hora no han dejado de subir y la inflación se ha contenido: sigue en el 3,1%.
Por su parte, el gobierno federal se ocupa de mantener bajo control los precios de los alimentos. En este sentido, los funcionarios cooperan estrechamente con las principales cadenas de supermercados. Y éstas, a su vez, están ideando sus propios medios para satisfacer las necesidades de los canadienses. Sólo cabe esperar que un conjunto de estas medidas muestre los primeros resultados en un futuro próximo.